En mi pecho
un incendio,
un corazón quemado
unas ganas asfixiantes
de morder.
Soy la virgen de
tus placeres incandescentes,
esa que eleva tus sentidos
a un éxtasis divino,
la que convierte sus pecados
en la más maravillosa bendición.
En mis manos un don,
en mi boca una oración
que murmullo entre sábanas calientes,
bajo las piernas de los cristos
que crucifico
boca abajo.
que clavan en mi esternón
sus uñas
ardientes,
llenas
de deseos inconfesables.
Aquellos a los que me ofrezco como sacrificio
sin advertirles que puedo resultar
altamente inflamable.
4 comentarios:
No prevenir en cuanto a la velocidad de arder, es lo mejor, así mayor será la sorpresa.
Arden el corazón, las sábanas, las gónadas y hasta el esternón con un fuego así.
Una mujer altamante inflamable, ardientemente femenina.
Saludos.
Primera foto de la primera fila empezando por la izquierda.
Dios.
Menudo lanzallamas.
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