Vivimos
en un turno de oficio
infinito.
Una mancha en la pared
del hotel bonito
nos recuerda los vasos rotos,
las venas rotas,
los astillas
en la comisura de los labios.
Él me da cinco pesetas
a cambio de un beso
de piel arrugada.
Él pide silencio
y abandona la casa
donde me escupió la primera vez,
donde metió la mano
en mis vísceras marchitas.
4 comentarios:
Callados como putas, nunca mejor dicho.
Saludos.
lo de las astillas en la boca, ufff. Y el poema entero.
Un poema fuerte, desgarrador.
Como un disparo sobre todo hacia el final "él pide silencio y abandona la casa donde me escupió la primera vez". Me encantó de veras !
Saludos,
http://elviajadorsecreto.blogspot.com/
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